INTELIGENCIA EMOCIONAL

Somos Seres Sintientes. Esto quiere decir que experimentamos emociones, sensaciones y sentimientos cada día, cada momento.

 

Cuando aparece un estímulo, externo o interno, la persona siente. Es un movimiento intrínseco que puede pasar desapercibido si la inteligencia emocional no se encuentra consolidada. Es ese movimiento interno el que desencadena una serie de ideas y pensamientos, para finalmente, acabar reaccionando ante una situación.

 

Por lo tanto, es de suma importancia nutrir nuestra inteligencia emocional, que nos permite, a través de numerosas habilidades, sentir estabilidad y equilibrio emocional. Aportándonos a su vez, bienestar y salud mental.

La Inteligencia Emocional es una capacidad que está sustentada por varias destrezas que se adquieren gracias a su aprendizaje y entrenamiento.

 

En Giráldez Psicólogos acercamos a las personas a estos conocimientos, acompañándolos a lo largo del camino de la puesta en práctica. Una puesta en práctica que surge de manera fluida y sana, favoreciendo siempre la salud y la felicidad estable de la persona. Esto se consigue haciéndole sentirse a sí mismo, tal y como es. Tomando conciencia de su identidad sana y proporcionándole herramientas que le ayuden durante este proceso.

 

La primera de las habilidades es percibir la emoción, es decir, ser consciente y notar que mi cuerpo y mi mente están reaccionando a algún estímulo que me provoca un movimiento emocional. El paso siguiente, será poder identificar aquello que estoy sintiendo, nombrar mi emoción. Es lo que se conoce como etiquetado emocional. Una vez que se produce esta diferenciación se activa la corteza ventrolateral derecha que conduce a la reducción de la actividad de la amígdala. El etiquetado emocional actúa como el freno de ésta, que es la encargada del procesamiento de las reacciones emocionales.

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Una vez hayamos realizado estos dos primeros pasos, percepción e identificación emocional, el próximo será aceptar que esa emoción se encuentra ahí, y la recibiremos amablemente, como si de un huésped que visita nuestra casa se tratase. No tratamos de echarla, ni de escondernos, tampoco la tratamos con desprecio. Simplemente, la dejamos ser y estar. Las emociones vienen y van, por lo que finalmente, acabarán cesando, son temporales. Cuando conseguimos aceptarla y acogerla, es el momento de comenzar a gestionarla. Es decir, gracias a su gestión conseguimos regular nuestra emoción desde el cariño y la calma. Cuando la regulamos, podremos hacer uso de ella y decidir qué hacer. Dejamos de lado las reacciones impulsivas, por lo que serán proporcionadas, naturales y, sobre todo, irán de la mano de tu identidad sana. Éstas comenzarán a ser producto de tu esencia, de lo que verdaderamente quieres hacer y sientes que te hará encontrarte mejor contigo mismo.

Las emociones son generadas en nuestro interior, son nuestro motor, el núcleo por el que somos. Las emociones poseen numerosas funciones: son adaptativas, nos hacen reaccionar; son sociales, gracias a ellas podemos comunicarnos de manera eficiente con los demás, consiguiendo ponernos en el lugar del otro; son motivacionales, nos dan la oportunidad de ser nosotros mismos, de hacer aquello que deseemos.

Las emociones son inevitables. Todos sentimos. Todos nos emocionamos. Todos experimentamos sensaciones. Además de ser inevitables, son necesarias. Gracias a ellas sobrevivimos. Suena demasiado impactante, pero corresponde a una realidad innegable. ¿Qué ocurriría si te encontraras en tu casa y de repente se propagase un incendio y no sintieras miedo? ¿Y si consigues ese trabajo que tanto anhelabas y no experimentas alegría? ¿Cómo consolarías a una persona que ves llorando si no sientes empatía o no entiendes la tristeza?

 

Numerosos estudios e investigaciones, hoy en día, las emociones y, por tanto, la inteligencia emocional, están obteniendo el prestigio y el reconocimiento que les corresponde. No podemos entender el crecimiento y desarrollo personal sin ellas. Conforman una parte principal e indispensable en la vida de las personas, y es que nuestro cerebro es un órgano de razón, pero también de emociones, sensaciones y sentimientos. Gracias al cerebro racional podemos pensar, concentrarnos y recordar, y unido a nuestro cerebro emocional, también podemos sentir, ser, elegir y decidir.

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Si estoy andando por una calle oscura y me doy cuenta (tomo consciencia) de que alguien me está siguiendo (estímulo), aparece una emoción (miedo, inseguridad, ansiedad) que hace que piense en salir de esa calle lo más rápido posible hacia un lugar luminoso y con más personas (razonamiento) que me ayuda reaccionar (escapar, huir).

 

Tal y como decía Aristóteles, “educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”.

 

Para nuestro equipo de psicólogos en Giráldez Psicólogos es de suma importancia que la persona sustente su inteligencia emocional.

 

La inteligencia emocional se trabaja también mediante el entrenamiento de nuestra atención, por lo que utilizaremos como apoyo y herramienta el Mindfulness para conseguir potenciarla y sacarle el máximo beneficio. La capacidad de prestar atención de forma calmada, clara y estable, sin juicios conforma la base sobre la que descansa la inteligencia emocional.

Distintos estudios han confirmado que la inteligencia emocional consigue numerosos beneficios: mejora el autoconocimiento, por lo que también nos permite fluir, ser nosotros mismos. Gracias a la toma de consciencia de manera calmada y fluida conseguimos tomar mejores decisiones. Y éstas son aquellas que nos hacen sentir mejor con nosotros mismos, es decir, las que surgen de nuestra esencia más pura e íntima, proporcionándonos más confianza y seguridad. Al no darle poder a la emoción, sino que soy yo quien la siente y quien la maneja, conseguimos obtener un mejor funcionamiento y rendimiento aumentando nuestra concentración y productividad. Nos protege y nos ayuda a reducir del estrés excesivo, la ansiedad y también la depresión. Realmente, la ansiedad es una angustia que está sobrepasada quizá por la mala costumbre de soportar y luchar contra ella, intentando que se marche. Definitivamente, cuando una persona se encuentra durante mucho tiempo luchando y sintiendo esta ansiedad, sucede el agotamiento, que nos encamina a un estado emocional depresivo.

Es importante tener en cuenta que no existen emociones negativas, pero sí existen episodios o etapas en la vida que cuando son muy duraderas, intensas y frecuentes, acaban convirtiéndose en un peso a la espalda que nos impide seguir con nuestra vida de manera saludable. Parecen que nos atrapan y nos arrastran dejándonos sin fuerzas. Por ello, es importante que detectemos cuándo una emoción está sobrepasando los límites y está convirtiéndose en sintomatológica. Cuando hay un síntoma, existe una causa que lo provoca. Y es ahí donde se encuentra la dificultad. Gracias a las emociones, aunque en estos casos sean desagradables y molestas, nos salvamos. Nos salvamos porque ellas actúan como alarma, avisándonos de que algo no va bien, por lo que una vez más nos protegen.

 

Desde nuestro conocimiento del ser humano, no entendemos el crecimiento personal sin una buena gestión emocional. Son diferentes partes de un todo que necesitan estar ligadas y afianzadas. Gracias a esta unión lograremos alcanzar la felicidad estable. Conseguir estar alegres siempre no es posible, pero sí podemos conseguir estar en paz, en calma.

 

Por ello, te invito a que nutras tu inteligencia emocional. Ser consciente de lo que sientes y permitirte experimentarlo te otorga el beneficio de poder comprender qué te hace sentir así. Cuando llegas a la autocomprensión, consigues respetarte a ti mismo y dejar fluir lo que sientes, dándote cariño y amor, aceptando lo que estás viviendo en ese preciso momento.

 

De esta manera natural y maravillosa, logras reforzar el amor que sientes hacia ti mismo, lo refuerzas haciéndolo inmenso. Una inmensidad que fluye desde el autoconocimiento, la autoconciencia, la autocomprensión, el autorespeto y la autoaceptación.

 

En Giráldez Psicólogos consideramos que la mayor satisfacción, y la mayor obtención de bienestar viene dada al dejar fluir tu identidad sana, tu esencia. Escuchándote, permitiéndote, comprendiéndote, respetándote, valorándote

 

Ser inteligente emocionalmente te proporciona muchos beneficios, especialmente, te brinda el regalo y la oportunidad de ser tú mismo.

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